La copa

Levanto mi copa y grito ¡Victoria!
Los demás tienen suficiente en seguir peleando.
No saben por que pelean pero tienen que pelear.
A ver quien desenvaina antes.
A ver quien hace la herida más mortal.
Pero el vencedor cura al vencido.
No pueden parar de luchar.
Y no lo harán.

Luchan por causas perdidas.
Soeces, estupidas, algo tan banal…
Se desgastan afilando el acero.
Para proteger al pueblo de una guerra que no existe.
De una guerra que ellos idearon.
Desenfundan las espadas y prosiguen con su guerra inexistente.
Mientras el pueblo es testigo y se muere de hambre.

Hay pobreza. Hay necesidad. No hay tierras que trabajar.
La plebe se pudre. La escasa agua se vuelve veneno.
La comida infecta de gusanos portadores de enfermedades.
La flor del azahar esta ajada.
El aire calmado esperando la inevitable tempestad.
Hace frío.
Los niños mueren antes de vivir.
Pero la nobleza esta cegada por el velo de sus propios ideales.
Son lerdos y entupidos.
Crean conflictos fantasmagóricos para luego solventarlos.
Y el pueblo muere.
Solo.
Triste.
Afónico.
Cansado.

Levanto mi copa y grito ¡Victoria!
Lo conseguisteis.
Nos habéis enfrentado.
Ahora somos enemigos.
Cuando antes éramos hermanos.

Rompo la copa contra el pico de una mesa y os desafío a duelo.
No estamos solos, somos soberanos.
Ustedes imponen sus normas y sus leyes.
¿Pero cuanto tiempo podrán seguir postrados en el trono?

....

Solos.
Tristes.
Afónicos.
Cansados.



-(Yo os maldigo, bastardos.)-

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